Robres, una localidad conocida por su influencia en la jota aragonesa y sus vinos, tiene una historia rica y diversos puntos de interés. Los restos arqueológicos en el Castellazo sugieren una población estable desde el 500 a.C., aunque la ubicación exacta del casco urbano sigue siendo un misterio. Es posible que surgiera a partir de una villa romana que luego se convirtió en una almunia musulmana entre los siglos VIII y XI d.C.

En términos de turismo, Robres ofrece varias atracciones. El refugio ‘La Pajera’ brinda vistas panorámicas de la Hoya de Huesca, los Pirineos y parques eólicos locales. La necrópolis del Castellazo es un importante yacimiento prehistórico que se ha excavado en parte y ofrece una réplica en el Museo Provincial de Huesca. La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo barroco clasicista-neoclásico, alberga la Argolla de San Blas, un relicario con propiedades curativas según la tradición.

El antiguo granero de las Primicias, hoy convertido en ayuntamiento, data de 1798 y refleja la importancia de la agricultura en la zona. Las ruinas de la ermita de San Blas el Viejo ofrecen una vista espectacular de la Hoya de Huesca y los Pirineos y tienen una historia que se remonta al siglo XVII.

Las parideras y corralizas son estructuras rústicas utilizadas para proteger el ganado lanar y están dispersas por todo el municipio. Los tambores, construcciones cilíndricas de piedra, eran utilizados por los viñadores para resguardarse del frío y vigilar las viñas. Estos tambores eran un elemento importante en la época en que Robres era conocido por su producción de vino.

Robres también ofrece rutas de senderismo y ciclismo que llevan a lugares destacados como las ruinas de San Blas, la necrópolis del Castellazo y el refugio de La Pajera. Además, cuenta con el Centro de Interpretación de la Guerra Civil española y el Museo Etnológico, donde se pueden explorar aspectos históricos y culturales de la región.