Tiene un origen bélico siendo fortificado en el año de 1124 por Alfonso I, en 1338 Pedro IV reparó la fortaleza y se comenta que el 13 de abril de 1814 lo visitó el Rey de España Fernando VII.

Gran parte del Castillo de Singra está en ruinas; sin embargo, conserva una torre que muestra aquella historia que la envuelve, usada como campanario del pueblo, rodeada de mucho misticismo siendo testigo de una civilización y cultura que remarca una parte de los relatos de la ciudad.

Su edificación data de finales del siglo XVII, de época cristiano medieval, tiene 3 naves siendo la central la más elevada, fue hecha en mampostería con piedras sillares que dan un estilo sobrio y algunas zonas poseen dibujos geométricos, el campanario anteriormente mencionado se encuentra ubicado junto a la cabecera.

Blas de Sebaste fue un médico y obispo en Armenia, su historia va concluyendo en la persecución de los cristianos, época donde fue torturado y ejecutado. Era conocido por milagros que tenían que ver con el estado de salud, un don de curar tanto a personas como animales, en el pueblo se celebra el 3 de febrero, en honor al venerado San Blas.

Esta es otra de sus curiosidades, pero gastronómicas, hablamos del azafrán. Valorado en otros países como una flor bastante cara dependiendo de su calidad, siendo consecuencia de la escasez del propio cultivo. El terreno al que pertenece este pueblo resulta especial porque es apto para ello. Es delicada lo que exige que su cultivo sea a mano.

Por este motivo, se convierte en una de las regiones productoras de azafrán del país, a pesar de que en algún momento corrió el riesgo de no producirse más, la provincia de Teruel mantiene dicho cultivo, generando apoyo para su producción, con el objetivo de obtener el reconocimiento como Denominación de Origen Protegida.