El Monasterio Viejo se construyó a principios del siglo X en la roca que le da nombre, donde se emplaza perfectamente mimetizado. Es un fantástico ejemplo de arte románico. Destaca, sobre todo, su claustro románico, que es obra de dos talleres distintos. De su interior sobresale también la iglesia prerrománica, las pinturas pertenecientes al siglo XII de San Cosme y San Damián, el Panteón de los Nobles, la iglesia superior que se consagró en 1094 y la capilla gótica de San Victoriano. Hay otros edificios que son posteriores a los siglos medievales y que también tienen gran valor, por ejemplo el Panteón Real, de finales del siglo XVIII y estilo neoclásico.

Los orígenes del monasterio se remontan al siglo X, con la fundación de un centro monástico dedicado a San Juan Bautista. Después, en el primer tercio del siglo XI, se refundió bajo el nombre de San Juan de la Peña por Sancho el Mayor de Navarra. Durante ese siglo se amplió con nuevas construcciones al convertirse en panteón de reyes y monasterio de la monarquía aragonesa. De hecho, es considerado como la cuna del Reino de Aragón.

En 1675 se produce un incendio y es entonces cuando se decide construir un nuevo monasterio. Se elige el Llano de San Indalecio para su ubicación, un sitio cercano que destaca por tener una bonita pradera. Un año después, comienza ya a construirse y se llevan a cabo diferentes construcciones hasta el siglo XIX. Una de las actuaciones más importantes es la que tiene que ver con el arquitecto natural de Zaragoza, Miguel Ximénez. Él fue la mente creadora de este conjunto monástico. Hoy es uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura monástica en la Edad Moderna. Es considerado como una de las muestras más perfectas, por su simetría, por sus claustros y su organización.

Fijaos en la fachada de la iglesia, cuenta con una exhuberante decoración con plantas y flores, además de figuras como cabezas de puttis y dos ángeles que sujetan un escudo en la parte de arriba. También podéis ver cómo en la portada central se representó a San Juan Bautista, patrón de esta comunidad, a la derecha a San Benito, el fundador de la orden y a la izquierda a San Indalencio.

En 1835 se abandonaron las dependencias, lo que causó el deterioro del lugar. El Gobierno de Aragón lo rehabilitó. El Monasterio Nuevo alberga ahora una Hospedería, el Centro de Interpretación del Reino de Aragón y el Centro de interpretación del Monasterio de San Juan de la Peña. Merece la pena que los visitéis.

Con tu entrada podrán acceder tanto al Monasterio Viejo como al Monasterio Nuevo. Están situados a un kilómetro y media el uno del otro. También te permite visitar por dentro la iglesia románica de Santa María, la encontrarás en la localidad próxima de Santa Cruz de la Serós. Todos los espacios se visitan por libre, excepto el Monasterio Viejo que puede conocerse con un guía, con grupos de como máximo 50 personas. Las entradas se pueden adquirir por la web hasta las 23:59 del día anterior a la visita. También puedes comprarlas en taquilla, aunque allí se venden hasta completar el aforo.