Una de las primeras paradas es, sin dudas, el patio de armas. Durante la época en la que el castillo fue convento, se convirtió en claustro, gracias a su enorme superficie de 1400 metros cuadrados en planta cuadrada irregular y rodeado de arcos y columnas octogonales con capiteles que, por desgracia, se encuentran bastante deteriorados.

Del patio a las caballerizas descendiendo a un sótano al que se accede por una escalera que en sus tiempos era solo una cuesta de tierra.

A derecha e izquierda estaban los pesebres destinados al ganado, ya que también era la zona de establo y cárcel en época militar. Actualmente hay una exposición de armas de asedio en esta parte del castillo y se recrea un campamento medieval.

El sótano alto te llamará la atención por sus enormes dimensiones y por el modo en el que su construcción soporta el peso de las plantas superiores. Fue bodega pero también depósito de armas dependiendo del uso que se le estuviera dando al edificio.

Si el alto es impresionante, el sótano bajo no lo es menos. Iluminado por 3 tragaluces de aspillera es aquí donde podrás ver la roca natural alrededor de la que se edificó el castillo.

Además de los reos que se encerraban en los sótanos, el castillo cuenta con su propia mazmorra. Una zona a la que se accede por una empinada escalera y que cuenta con doble puerta de seguridad.

En la piedra se conservan los grabados que hicieron los maquis.

Como todas las partes de este castillo, el Gran Salón tuvo también sus distintas funciones: en épocas de paz fue comedor y lugar de reunión y celebración de eventos, mientras que la guerra lo convertía en sala multiusos para las tropas.

Lo mismo ocurre con la Antesala, un espacio del que se desconoce su uso exacto pero del que se cree que fue empleado desde armería hasta scriptorium. Si lo visitas, mira hacia arriba porque el artesonado de sus techos merece una ojeada así como los bancos de sus ventanas y no olvides buscar con la mirada la vía de escape entre el suelo de la antesala y la torre defensiva. ¿Lo verás?

Por último llegamos a la Cámara Principal, la alcoba que ocupaba la persona de más alto rango en el momento. Se encuentra en el hueco de la torre Este y se aprecia el grosor de los muros que la flanquean en su ventanal. La seguridad llega también a sus techos acorazados con el doble de vigas de las que, inicialmente, requeriría su peso.

Como curiosidad, en muchas de las estancias del castillo se pueden todavía aprecias las marcas de las cuadrillas de canteros que trabajaron en las tallas de las dovelas.