Mallos de Riglos

Huesca

Mallos de Riglos

Huesca


Mallos de Riglos

Distancia:

5,77 Km.

Recorrido:

Circular

Desnivel:

397 m.

Tiempo:

2h 30′

Esta ruta tiene dos formas de hacerse: en el sentido de las agujas del reloj y en el sentido contrario. En el primero de los casos encontrarás que, al inicio, habrá un ascenso corto pero fuerte y posteriormente la ruta desciende de manera regular hasta llegar al punto de partida. Al hacerla en sentido contrario, sería un ascenso regular pero prolongado y una bajada fuerte, sobre superficie rocosa, por lo que debemos tener precaución para no lastimarnos si pisamos desprevenidamente.

El punto de inicio de esta ruta es el pueblo de Riglos. Puedes elegir cualquier sendero de los que van a las bases de los mallos. A trescientos metros de la salida encontrarás una fuente de agua no potable, ten precaución es agua no tratada. Doscientos metros más adelante a la derecha del camino hay una cruz.
Esta primera parte del sendero cursa entre bosques. A 1 km encontrarás una bifurcación y tomarás el sentido que indica hacia la ruta circular, la izquierda.  

Mientras caminas, no dejes de mirar atrás ya que el ascenso nos brindará hermosas vistas. Pronto llegarás a uno de los puntos más altos de la ruta, el Collado de los Mallos, ubicado a 2,9 km desde el punto de inicio. Hay una construcción de piedra que sirve como refugio. Desde aquí hay una vista preciosa de toda la explanada, con el río Gállego serpenteando a través de ella. En varios lugares del recorrido podrás mirar el pueblo de Riglos, diminuto desde las alturas.

A lo largo de la ruta tendrás diversas vistas de los mallos y el juego de la luz del sol te permitirá apreciar diferentes colores, formas y sombras. Eso sí: siempre tendrás una vista impresionante. Verás el mallo de Firé y los mallos de Agüero y, al seguir el sendero y ya apuntar hacia el este, podrás ver el mallo Pisón, la chimenea de Pany Haus, el mallo La Visera, el mallo Colorado, la Aguja Roja y otros de la zona.

Pronto llegarás nuevamente al pueblo de Riglos, con la sensación de haber caminado por el cielo. Esta ruta es muy bonita y realmente vale la pena hacerla.

Los Mallos

“…A Riglos hay que venir en invierno para encontrar el sol en un paisaje de novela; de campos de almendros, encinas y olivares.” Y esto no lo decimos nosotros sino el prestigioso diario francés Le Monde cuando en diciembre de 2021 declaró a este pueblo como ganador del séptimo puesto de los 20 mejores destinos del mundo para el año 2022.

¿Y por qué este reconocimiento? Por sus mallos. Estos son unas extraordinarias formaciones rocosas que componen paredes verticales, cercanas, en algunos casos, a los 300 metros de altura y que parecieran custodiar al pueblo de Riglos, que se encuentra a sus pies.

Los mallos son el resultado de la interacción de las fuerzas de la naturaleza y surgieron como consecuencia de la elevación de los Pirineos y la conjunción de varios factores geológicos e hídricos, como la orogénesis y la acción del agua sobre el terreno que, a lo largo de los siglos han ido creando estas maravillosas formaciones pétreas.

Estos tienen un precioso color rojizo que los caracteriza, el que se acentúa al atardecer, creando una hermosísima vista de amarillos, anaranjados y rojos. La geología y la cromática se unen, mostrándonos así la agreste belleza de la roca virgen.

Firé, Pisón, Puro, Castilla, Visera, son de los mallos más grandes. Su vista, desde abajo, nos deja saber de la pequeñez del hombre y, desde arriba, de la capacidad de este para conquistar la naturaleza y ser premiado con la contemplación de sublimes paisajes.

Los Mallos de Riglos pueden ser contemplados haciendo una ruta corta que tiene un nombre muy evocativo: El Camino del Cielo.

Descubre Riglos

Ahora, ya que estás en Riglos, te invitamos a conocerlo. Es un pueblo con menos de 100 habitantes y su estructura es escalonada debido al propio desnivel del suelo en el que se asienta. Puedes visitar aquí la ermita de San Martín, construida en el siglo XII y que se encuentra a la entrada del pueblo y también la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Mallo, que se ubica casi justo en la base de los mallos. Desde afuera de la iglesia es imposible no comparar su tamaño con el de las inmensas rocas que tiene detrás.

Como dato adicional, en los mallos habita una colonia de buitres leonados que es de las más importantes de España, así que si te interesa la fauna aquí podrás observar a un ave poco común. Trae tus prismáticos para así asegurarte una gran vista de estas peculiares aves.

Por último, muy cerca de este poblado está el castillo de Loarre. Con más de mil años de antigüedad es la fortaleza románica mejor conservada de Europa. Vale la pena visitarlo más aún cuando se encuentra apenas a 25 minutos de Riglos.

De esta manera puedes terminar una jornada preciosa de ruta e historia, con un día pleno de hermosas vistas naturales y creadas por el hombre. ¿Habrá una mejor manera de terminar este día?

Consejos prácticos

  • Esta ruta es relativamente corta, a pesar de esto es recomendable llevar ropa y sobre todo calzado adecuado, especialmente por la pendiente de la parte inicial del recorrido.
  • Es importante notificar a alguien de confianza del itinerario de tus actividades del día.
  • Planifica la ruta y recaba la mayor cantidad de información posible, mapas, previsiones metereológicas y otros datos de interés.
  • No hay fuentes de agua potable, debes llevar toda el agua y alimentos que necesites durante el recorrido.
  • Como siempre, es recomendable llegar temprano para evitar inconvenientes de aparcamiento, el espacio para tal fin se encuentra a la entrada del pueblo de Riglos.
  • Gran parte de la ruta se hace a cielo descubierto, debido a esto y las características del terreno, es preferible no hacer el recorrido en los días más cálidos del verano. Las únicas sombras que encontrarás son las que proporcionan los mallos.
  • Debido a sus características esta ruta puede hacerse todo el año y es apta para todos.
  • Sé precavido si observas escaladores en las alturas de tu recorrido, para evitar que una roca desprendida, con ocasión de la actividad de los escaladores pueda golpearte por accidente.
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