Iglesia de Santa María s XIV en Ateca

Ateca, Zaragoza

Iglesia de Santa María s XIV en Ateca

Ateca, Zaragoza


Historia

La Iglesia de Santa María de Ateca, un destacado ejemplo de arquitectura mudéjar, se distingue por sus innovaciones estructurales y decorativas en comparación con otras iglesias y torres mudéjares de la región. Su singularidad se manifiesta de manera particular en la fascinante decoración de su torre, que combina cerámica y ladrillo de manera única. Esta iglesia, cuya parte más antigua data del siglo XIV, se erige como un testimonio tangible de la evolución arquitectónica a lo largo de los siglos, siendo la torre el elemento más antiguo de la estructura.

Internamente, la Iglesia de Santa María presenta las características constructivas típicas de las iglesias mudéjares aragonesas. Una sola nave, dividida en dos tramos cubiertos con bóvedas de crucería simple, acoge capillas a ambos lados. La cabecera se destaca por un ábside poligonal de cinco lados, un detalle arquitectónico distintivo de esta corriente. En el siglo XVI, se llevó a cabo una expansión que modificó la configuración original. Esta reforma ocultó parte del muro de la torre y algunas capillas adosadas, al mismo tiempo que introdujo la ubicación del coro en los pies de la iglesia. Además, se reforzó el exterior con una galería abierta alrededor, añadiendo un elemento adicional a la estructura.

En el extremo opuesto al ábside, en el ángulo suroeste, se alza una torre de base cuadrada. Esta torre, cronológicamente anterior a la iglesia, cumple la función de campanario en la actualidad. Se especula que podría haber sido el alminar de una mezquita, adaptado más tarde para servir como campanario en el contexto de la iglesia cristiana. Su estructura interior se caracteriza por una contratorre, una peculiaridad que la distingue de las torres alminares de la zona, aunque comparte similitudes con la de la Magdalena de Zaragoza. En una intervención barroca, se reemplazó el segundo cuerpo de la torre, culminando en una estructura octogonal con un chapitel de pizarra. La decoración de la torre presenta también rasgos singulares en comparación con otras construcciones mudéjares, lo que añade un valor artístico y histórico adicional a la iglesia.

La Iglesia de Santa María de Ateca se erige como un testimonio de la confluencia de estilos y épocas, desde sus orígenes mudéjares hasta las modificaciones barrocas. Su singularidad arquitectónica, con la torre como protagonista, la convierte en un punto de interés para aquellos que buscan explorar la riqueza y la diversidad del patrimonio arquitectónico en la región de Aragón.

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