También conocido como Castillo de los Calatravos, corona la ciudad de Alcañiz y desde la loma de Pui Pinos vigila todo su territorio, amparado por el abrigo del río Guadalope.

Como casi todas las edificaciones de este tipo, el castillo ha tenido distintos usos: palacio, cárcel, cuartel e incluso cementerio. Pero ahora mismo es un Parador Nacional llamado ‘La Concordia’. Sus partes conservadas datan del siglo XII y se encuentran en la zona nordeste del castillo con la torre del homenaje y la capilla como exponentes.

Historia

La primera mención recogida al castillo se sitúa en 1157 pero no fue hasta 1179 que el rey Alfonso II donó tanto el castillo como la villa a la Orden de Calatrava. Fue esta orden militar quién en 1200 inició las obras para construir una fortaleza sobre los restos del castillo previo, para convertirlo en un bastión defensivo frente a los enemigos. En ese entonces se añadieron el claustro, el refectorio, la sala capitular y la iglesia. Pero también los torreones, fosos y murallas que salvaguardaban su seguridad. Cinco siglos después, Felipe V ordenó construir un nuevo ala destinado a su hijo el infante Felipe. Esa modificación transformó una fortaleza militar en un palacio de clase barroca.

El siglo XIX fue terrible para este monumento, ya que se usó como sitio de acuartelamiento lo que fue deteriorando todas sus estancias. En 1856 y tras la desamortización cambia de manos y pasa a ser propiedad estatal, pero continuó su uso militar. A tal punto llegó el desgaste del castillo que se puso sobre la mesa la propuesta de demolerlo. No se aprobó y, gracias a eso y a su proclamación como Monumento Arquitectónico artístico en 1925, se ha logrado recuperar su pasado esplendor.

Desde el año 1968 es Parador nacional y ha logrado el distintivo de Bien de Interés Cultural del Patrimonio Aragonés, lo que le protegerá del futuro incierto de otra época.