Barbastro, una ciudad ubicada en la provincia de Huesca, es un lugar con una rica historia y encanto. Su casco urbano se distingue por un trazado estrellado, y las construcciones que lo conforman exhiben la tradicional arquitectura de la región, caracterizada por el uso de materiales como el sillarejo, el tapial y el adobe de relleno.

La historia de Barbastro se remonta a tiempos antiguos, incluso antes de la llegada de los romanos a la península ibérica. En el itinerario de Antonio Augusto Caracalla, un documento de la antigua Roma que recopila las rutas del Imperio Romano, se menciona a Barbastro como parte de la baronía de Pertusa. Esta baronía englobaba otros pueblos cercanos como Laluenga, Laperdiguera, Azara y Barbuñales.

Con el tiempo, durante la conquista de Pedro I de Pertusa y sus pueblos, se llevó a cabo la repoblación de estas villas y aldeas. En 1128, se le encomendó a Lope Fortuñones la tarea de ser señor de la plaza, y en 1135 aparece como tal en los registros históricos.

En el año 1496, Barbuñales, una de las localidades bajo la jurisdicción de Barbastro, contaba con una población de 27 hogares. Poco después, en 1503, Barbuñales obtuvo su propio Concejo, lo que demuestra su crecimiento y desarrollo como entidad autónoma.

Durante el siglo XVIII, se produjeron cambios significativos en Barbastro. En 1780, se llevó a cabo una modificación en el nombre de Barbuñales, que pasó a llamarse así, consolidando su identidad propia dentro del entramado urbano.

Según el Diccionario Geográfico, Histórico y Estadístico de Madoz, durante el período entre 1845 y 1850, Barbastro contaba con 60 casas y chozas, todas ellas de baja altura. También se encontraba un ayuntamiento, calles empedradas de manera regular y una plaza cuadrada. La educación era atendida por una escuela de primeras letras, que contaba con la asistencia de 25 niños. La iglesia parroquial de San Lorenzo Mártir, servida por un cura, un teniente y varios beneficiarios de diferentes familias, era un punto de referencia para la comunidad. Además, existía la ermita de Santa Bárbara, ubicada en las afueras de la ciudad, y que se mantenía gracias a la devoción de los fieles.

Barbastro, con su historia fascinante y su encanto tradicional, es un destino que combina pasado y presente, y sigue siendo un lugar de relevancia cultural y patrimonial en la provincia de Huesca.